Exceptuando los dolores de cabeza cuyos factores de origen o mantenimiento sean de tipo orgánico (tumores cerebrales, infecciones de oído, fosas nasales etc.). La mayoría de las cefaleas se consideran funcionales y se agrupan, en función de la intensidad y la variación sintomatológica, en tres tipos de cefaleas: Migrañas, cefaleas tensiónales, y cefaleas mixtas que incluyen elementos de las dos cefaleas anteriores. Las primeras se caracterizan en su fase prodrómica por una vasoconstricción intracraneal con aparición de distinta sintomatología (sensación de vómito, mareos etc.) y en su fase migrañosa se caracteriza principalmente por la vasodilatación de las arterias extra-craneales, acompañadas habitualmente de dolor intenso, pulsátil y repetitivo. Sin embargo la cefalea tensional se caracteriza por la sensación de presión en las regiones frontales, occipitales o temporales de forma bilateral y constante. El dolor se inicia normalmente de forma gradual y con una duración variable.
El origen de este tipo de cefaleas se suele atribuirse a la tensión muscular sostenida, estado de tensión (contracción) continuado de los músculos de cuello, nuca y/o cuero cabelludo. De ahí que el tipo de biofeedback empleado habitualmente en este tipo de cefalea es el Biofeedback electromiográfico (EMG), (generalmente junto a relajación) .Sin embargo, tanto la clasificación propuesta como el uso del biofeedback (EMG) como técnica en el tratamiento de las cefaleas tensiónales es libre de controversias. Principalmente en lo que se refiere a la concepción del dolor, aspecto que determinará en gran medida el enfoque terapéutico a utilizar.
Conceptualización de dolor desde el modelo médico tradicional.
El modelo médico o tradicional que conceptualiza el dolor como consecuencia directa del input sensorial y nocioceptivo (tensión muscular en la cefalea tensional y la vasodilatación arterial en la migraña) centrando el tratamiento en el control sintomatológico, en este sentido se incluiría tanto el tratamiento farmacológico como el biofeedback (EMG) cuando se utiliza de forma aislada y no formando parte de un programa de tratamiento global. Modelo criticado principalmente por el hecho de asumir la relación directa entre el input sensorial y la intensidad de dolor (no aplicable a todos los casos) y no como el resultado de la interacción de múltiples factores: biológico (SNC, SNA, etc.) psicológicos (emocionales, cognitivos y conductuales) y ambientales, factores que explican en gran medida la adquisición, mantenimiento y carnificación de la cefalea. La segunda crítica del modelo se centra en la clasificación de las cefaleas, debido al solapamiento indiferenciación o de síntomas en los dos tipos de cefaleas. Para varios autores, la presencia de un tipo de cefalea hibrida (cefalea mixta) indica que se trata en realidad de un continuo de intensidad y cronicidad de los síntomas, siendo la cefalea tensional su extremo menor y la migraña el mayor, más que dos tipos de cefalea con sintomatología e input sensoriales diferentes (Bakal y Kaganov,1979) y (Vallejo y Labrador ,1983).
Conceptualización de dolor desde perspectiva de la Medicina Conductual.
Desde la perspectiva de la Medicina Conductual se considera la cefalea como un trastorno psicofisiológico fruto de la interacción de múltiples factores (desencadenantes y de mantenimiento). Independientemente de la etiología del dolor, se conceptualiza la percepción del mismo desde una perspectiva multidimensional (sensorial, motivacional /afectiva y cognitivo/evaluativa), contemplando así, además de los aspectos sensoriales (relativos al input nocioceptivo) los psicológicos y ambientales. (Miguel A. Vallejo y Cristina Larroy). Estas diferencias a nivel de clasificación y conceptualización del dolor, han determinado en gran medida el tipo de intervención aplicado al dolor en general y las cefaleas en particular. En el primer enfoque el tratamiento al estar orientado a la reducción o control del input sensorial, es fundamentalmente sintomatológico, tanto si es farmacológico (reducción de la vasodilatación y la inflamación de los tejidos mediante analgésicos comunes y miorrelajantes) o psicológico (relajación y uso de biofeedback) de forma aislada como hemos señalado anteriormente, sin tener en cuenta el resto de las variables. La opción más aceptable seria un abordaje terapéutico que contempla la respuesta de dolor en la cefalea tensional en sus dimensiones básicas (fisiológico, cognitivo y conductual) y en función del análisis funcional de cada caso, integrar las técnicas para intervenir en cada dimensión, facilitando al paciente estrategias y repertorios de respuesta adecuados para afrontar las situaciones que desencadenan o mantienen la cefalea. En este sentido creo que el uso del biofeedback en el tratamiento de la cefalea tensional, tiene que formar parte de un programa más completo que contempla las relaciones funcionales entre el dolor y las variables antecedentes y consecuentes del mismo, si no queremos caernos en un planteamiento simplista de un problema tan complejo como es la experiencia del dolor.
A pesar de las controversias planteadas anteriormente: La inconsistente correlación existente entre la tensión muscular, la percepción subjetiva de dolor y la inespecificidad con que generalmente opera. El uso de las técnicas de biofeedback se ha mostrado eficaz en el tratamiento de la cefalea tensional, especialmente el biofeedback electromiográfico (EMG). Mediante este procedimiento, se enseña al paciente a aprender a disminuir los niveles de tensión muscular para reducir el exceso de la misma. Al aprender a regular la actividad muscular mediante (EMG), el paciente logra disminuir la activación general de la musculatura facial, controlando así su dolor.
Mohammed Jamil El Bahi
Psicólogo/ Psicoterapeuta
0 comentarios:
Publicar un comentario