La eyaculación precoz, se considera una de las disfunciones sexuales que se presenta con más frecuencia en clínica y a pesar de las diversas opciones posibles, su abordaje terapéutico no es libre de controversias al igual que su multifactorial etiología, que varía en función de las aproximaciones conceptuales e instrumentos utilizados. Su frecuencia es difícil de precisar y su definición es imprecisa.
En general el término “eyaculación precoz”, es un término que plantea varios problemas que giran principalmente en torno al criterio o punto de referencia en virtud del cual se considera una eyaculación como “precoz”: La duración o el tiempo transcurrido desde el momento de la penetración hasta la ocurrencia de la eyaculación (menos de dos minutos para algunos autores); El número de movimientos pélvicos ( inferior a 15 para algunos); La consecución o no del orgasmo por parte de la pareja, como mínimo en un 50 % de las relaciones sexuales ( Master y Johnson).
Como indicadores de esta disfunción, nos parecen criterios reduccionistas y arbitrarios al no situar el problema en un marco relacional y en particular al no tener en cuenta la pareja sexual. Otro problema que plantea la definición , se refiere al concepto de “Control”, en este sentido se considera la eyaculación como precoz si se produce fuera del control del individuo, mucho antes de lo que él desea ( Kaplan). Evidentemente, conviene precisar aquí que el reflejo eyaculatorio como tal no está sometido al control voluntario, el problema no es entonces cuestión de poder controlar dicho reflejo, más bien es una dificultad de modular la excitación. Por lo tanto no es el reflejo eyaculatorio que escapa al control del eyaculador precoz, sino el nivel de excitación que conduce al desencadenamiento del mismo. Esta modulación del nivel de excitación resulta esencial a considerar en las aproximaciones terapéuticas.
Características diagnósticas.
Según el DSM-IV, la característica esencial de este trastorno consiste en la aparición de un orgasmo y eyaculación que es recurrente en respuesta a una estimulación sexual mínima, antes, durante o poco tiempo después de la penetración sin que el sujeto lo desea por el hecho de una ausencia reiterada y persistente de un control voluntario y razonable de la eyaculación y el orgasmo, El criterio razonable se deja para la apreciación del clínico, invitándole a tomar en consideración la duración de la fase de excitación, la edad del paciente, la frecuencia y duración del coito la eventualidad de una nueva pareja.
La eyaculación precoz puede ser de toda la vida o adquirida, general o situacional, de origen psicológico o combinado. La eyaculación precoz se presenta con frecuencia de uno de cada 2/3 varones a los 20 años, y alrededor del 30 % de la población general según (APA en 1988) y aproximadamente el 50% evoluciona a disfunción eréctil. El diagnóstico no se establece si se da en el curso de una disfunción eréctil, trastorno sexual inducido por sustancias, diferenciándolas de problemas ocasionales de eyaculación precoz.
La eyaculación precoz tiene efectos muy negativos sobre la propia actividad sexual y sobre la relación de la pareja, ya que supone una reducción en la duración y calidad del placer sexual en la persona afectada e impedimento del coito también en la pareja sexual provocando así un malestar acusado y dificultades en las relaciones interpersonales, miedo a empezar nuevas relaciones y aislamiento social.
En clínica, el perfil de la persona que consulta por esta disfunción, sobre todo si es primaria es bastante estereotipada: Hombre que se define como híperexcitable, con una obsesiva atención a su eyaculación y que suele desarrollar varias estrategias de inhibición de su excitación, bloquea cualquier atención de su pareja y evita ser abordado por la mínima fantasía erótica. Esta anhedonia eyaculatoria, es raramente reconocida de forma espontanea, ya que el sujeto suele consultar generalmente por su pareja y no por él mismo como si no se fuese responsable de ello. En otros casos la eyaculación precoz es secundaria a una disfunción eréctil parcial en aquellos pacientes que se precipitan durante el coito por miedo a perder su erección defectuosa.
Causas.
Por lo general, las causas de la eyaculación precoz suelen ser más funcionales que orgánicas, falta de aprendizaje en el control del reflejo eyaculatorio y la modulación de la excitación, estrés, problemas de pareja, disminución de la frecuencia de la actividad sexual, pérdida de control de la eyaculación relacionada con la disfunción eréctil, etc., En todos los casos la ansiedad adquirida condiciona el desempeño sexual futuro del sujeto. Las causas orgánicas aunque son minoritarias, deben ser tomadas en cuenta, elementos como fimosis, frenillo o una prostatitis etc. hace necesario un examen médico.
Mohammed Jamil El Bahi
Psicólogo/Psicoterapeuta
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