Al
finalizar el periodo estival son muchas las personas que inician o retoman su
búsqueda laboral. Durante este proceso invertimos mucho
tiempo en la búsqueda de ofertas que se adecuen a nuestras expectativas profesionales,
en la realización de currículum vitae, carta de presentación… Sin embargo,
cuando la empresa contacta con nosotros y llega el gran momento de la
entrevista, a veces cometemos errores que provocan nuestro descarte.
Actualmente la entrevista de selección es el
instrumento más potente de elección entre las personas que optan a ocupar un
puesto de trabajo. A través de esta técnica se conoce, se pone cara, se valora
y se aclara información en la búsqueda compleja de perfiles aptos para un
puesto de trabajo.
Dada
su gran importancia y repercusión se ha convertido en un momento de estrés para
el candidato. No hay que olvidar que el principal objetivo de la entrevista es
convencer de que somos la persona idónea para ocupar ese puesto. Por ello, debemos prepararnos a conciencia
para el posible encuentro con la persona encargada de entrevistarnos.
Conviene
saber que “todo lo que hacemos y decimos desde
el momento en que entramos por la puerta para informar de nuestra llegada,
transmite información”.
En este punto, recordar y, sobre todo, ser
consciente de que la información no verbal supone el 70% del total de
información que enviamos y puede marcar la diferencia entre nosotros y el resto
de competidores por el puesto que anhelamos conseguir.
Para evitar que “lo que no decimos” juegue en
nuestra contra, es importante saber qué es lo que no se debe hacer en una
entrevista de trabajo:
- Descuidar la imagen. El entrevistador esperará del aspirante a un puesto que tenga en general buena presencia (lo cual no implica físico, pero sí conlleva vestir adecuadamente o al menos ir acorde al puesto).
- Mostrar inquietud. El entrevistador podrá entender que el candidato este nervioso pero valorará el control que tenga sobre la situación. Por ello, antes de entrar, conviene respirar hondo y mentalizarse de que vamos a ofrecer lo que al interlocutor le interesa. Una vez dentro, hemos de controlar los movimientos que muestren nerviosismo o ansiedad como por ejemplo; moverse demasiado en la silla, dar golpes ligeros en el suelo, frotarse las manos o tocarse el cabello.
- Ser esquivo e incoherente. Tened preparadas y claras las respuestas es fundamental. Es muy importante conocer nuestra postura en diferentes aspectos, ya que nos pueden preguntar lo mismo de diferentes maneras y podemos caer en contradicciones u errores de planteamiento.
- No respetar los turnos de palabra. El no respetar el turno de palabra es señal de no saber escuchar, lo que será considerado como una falta de respeto y profesionalidad. El entrevistador buscará una persona comunicativa, que se exprese de forma clara y sea concreta en sus descripciones. Pensemos que si cansamos al entrevistador lo tenemos perdido pues no nos escuchará e interpretará lo que quiera.
Además el entrevistador esperará cierto grado de don de gentes: ser
afable, empático, agradable y educado. También es positivo tener una idea clara
acerca de cómo somos tanto como personas como dentro de un puesto laboral, es
decir, que sepamos describirnos en el mundo laboral destacando nuestras
potencialidades y transmitiendo ganas de trabajar.
Por último, sé positivo, recuerda
que la confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito.
Mª Concepción Torres Gutiérrez
Psicóloga
Col: Nº AN-07028
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