El dolor crónico está determinado por factores sensoriales, afectivo-emocionales y cognitivo-comportamentales. Además de ser un fenómeno subjetivo, es también un fenómeno complejo que requiere un abordaje pluridimensional que contempla tanto los aspectos concretos del dolor (condiciones, clínicas, causas, curso, mecanismos implicados), como las dimensiones emocionales, cognitivas y conductuales asociadas al mismo. Desde una perspectiva psicológica, existen distintas aproximaciones terapéuticas para abordar el dolor crónico siendo la aplicación de las técnicas de inoculación de estrés de Meickenbaum una de ellas.
Desde un punto de vista conceptual, el dolor crónico se considera como una experiencia tridimensional, (Melzack y Casey):
- Dimensión Sensorial-discriminativa, se refiere a la parte más periférica de la percepción dolorosa (puerta sensorial del dolor).
- Dimensión Motivacional-afectiva, se refiere al procesamiento de la información a un nivel intermedio (interconexiones entre los sistemas reticular y límbico) e implica conductas de acercamiento o alejamiento a las situaciones relacionadas con el dolor.
- Dimensión cognitivo-evaluativa que se refiere a la integración superior del dolor a nivel cortical, dimensión que se ve influenciada por factores atencionales, experiencias previas, pensamiento y creencias.
La inoculación de estrés, es una técnica más multicomponente que estrictamente cognitiva, en la cual se emplean varias estrategias terapéuticas para actuar sobre las distintas dimensiones asociadas al dolor crónico. El abordaje de los aspectos cognitivos-evaluativos y atencionales de la percepción del dolor, los componentes motivacionales-afectivos y sensoriales de la experiencia dolorosa, permite al clínico dotar al paciente de estrategias que le confieren cierto sentido de control sobre su experiencia dolorosa, minimizando así, el efecto de la misma en su vida cotidiana. La aplicación de la técnica de inoculación de estrés en procesos que cursan con el dolor crónico, permite igualmente al paciente:
- Tener una concepción clara y precisa de los componentes esenciales de su experiencia de dolor.
- Entender la importancia de las cogniciones y expectativas en el desencadenamiento de los cambios emocionales negativos (estrés, ansiedad, falta de control, ira y depresión) asociados.
- Desarrollar estrategias de afrontamiento desde distintos puntos de vista (cognitivo-evaluativo, atencional, fisiológico y comportamental).
Fases del protocolo de actuación
Pasos previos a la aplicación de las técnicas
Una vez delimitada la línea base de las conductas objeto de intervención y la demanda del paciente, hay una serie de pasos previos antes de proceder en las distintas fases que componen el programa de intervención. En este sentido y como primera medida terapéutica, se establece conjuntamente con el paciente los objetivos razonables que se pretenden conseguir, de forma clara y precisa y las técnicas que se le van a enseñar para afrontar de forma adicional su estrés, así como la justificación del programa. El objetivo es adecuar una demanda basada en la mejoría total y definitiva, reformulándola hacia una demanda más realista, dejando claro que la intervención en el dolor crónico es complementaria a otros abordajes (farmacológico. fisioterapéutico, etc.) y va dirigida fundamentalmente a la aceptación y reducción del dolor y el restablecimiento del nivel y ritmo de actividades. Como segunda medida para alcanzar los objetivos terapéuticos, es de vital importancia subrayar la importancia del papel activo del paciente, su actitud y disposición óptimas de cara al proceso terapéutico.
Fase educacional o de conceptualización
El objetivo en esta fase, sería el facilitar información sobre las variables médicas y psicológicas que intervienen en el cuadro clínico que cursa con el dolor crónico, adaptando la manera, el contenido y la cantidad al nivel de comprensión del paciente. En este sentido, suele proporcionar a los pacientes información precisa sobre distintos aspectos o dimensiones del dolor como:
- El ciclo de estrés y sus fases (activación física, evaluación y auto-enunciados) y su papel en el mantenimiento del dolor crónico.
- El modelo explicativo del dolor (Teoría de la puerta de dolor de Melzack y Wall), los aspectos generales y específicos del dolor que padece el paciente y el papel determinante de la conceptualización que hace del mismo en su mantenimiento.
- Los aspectos anatómicos y fisiológicos, de transmisión y modulación del dolor y sobre la importancia que tienen factores como la tensión, los pensamientos, las emociones y la activación fisiológica sobre la percepción del dolor.
- La relación del dolor experimentado, la conducta y experiencia personal del paciente, teniendo en cuenta en este sentido la información previa que posee a lo largo de su historia de dolor.
Fase de adquisición y entrenamiento de habilidades específicas
En función de las distintas dimensiones del dolor y partiendo del estilo de afrontamiento del paciente, el tratamiento estrictamente psicológico empieza y se centra en los aspectos relacionados con las siguientes dimensiones:
Dimensión sensorial-discriminativa
La actuación sobre la dimensión sensorial-discriminativa, se basa principalmente en el uso de distintas estrategias de desactivación fisiológica y de afrontamiento, con el objetivo de incrementar la respuesta de relajación y favorecer la reducción de la tensión en el paciente mediante el usos de distintos procedimientos terapéutico como, el entrenamiento autógeno de Shultz y entrenamiento en respiración profunda.
Dimensión (interpretación del dolor)
Para la dimensión asociada con el modo de interpretar del dolor, se utilizan, principalmente, estrategias de afrontamiento centradas en la reinterpretación y el control o reorientación de la atención: Por ejemplo, concentración en aspectos del ambiente, distracción mental, empleo de la imaginación (desatención y trasformación imaginaria del dolor o contexto del mismo) y relocalización del dolor u otras zonas no afectada. El objetivo de la reorientación cognitiva es aumentar la autoeficacia y la sensación de control en el paciente para afrontar su dolor.
Dimensión del ciclo del dolor (auto-verbalizaciones negativas)
Para la tercera dimensión del ciclo del dolor (auto-verbalizaciones negativas) se identifican y se modifican los pensamientos o enunciados negativos o automáticos que el paciente presenta respecto al dolor. Estas creencias en forma de catastrofizaciones, en su totalidad implican para el paciente un proceso susceptible de empeoramiento, de ahí la necesidad de aprender a neutralizar dichas creencias irracionales y generar otros pensamientos de afrontamiento más funcionales y alternativos que abarcan las distintas fases de aparición del dolor:
- Preparación para la aparición del dolor antes que sea muy intenso (“no debo preocuparme, eso no ayuda nada”, “debo concentrarme en las estrategias de afrontamiento que he aprendido”).
- Enfrentamiento y control del dolor (“debo relajarme y respirar profundamente”).
- Manejo de los sentimientos y respuestas emocionales, cuando la intensidad del dolor es mayor (“no debo tratar de eliminar el dolor, sólo de hacerlo soportable”,” puedo cambiar de estrategia”).
- Autorrefuerzo por el control (“muy bien, podré conseguirlo también otras veces”).
Fase de puesta en práctica
Consiste en llevar a cabo las habilidades desarrolladas en situaciones simuladas a las situaciones reales en las que se presenta o se agudiza el dolor. El programa terapéutico se puede llevar acabo entorno a unas 10 sesiones (más las sesiones de la evaluación y el seguimiento.) A lo largo de las cuales se solapa y se integran las distintas técnicas u otras nuevas estrategias de afrontamiento ante el dolor, las emociones negativas y las limitaciones asociadas al mismo. Como cualquier otro proceso terapéutico, una vez conseguidos los objetivos planteados, se trabaja con el paciente otras habilidades de afrontamiento de cara al mantenimiento de los resultados y la prevención de posibles recaídas.
Mohammed Jamil El Bahi
Psicólogo Especialista en Psicoterapia
CoL: AN-1915
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