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viernes, 19 de diciembre de 2014

Ansiedad ante los exámenes


Todos hemos experimentado en un momento determinado los llamados “nervios” cuando nos enfrentamos a una prueba, una entrevista de trabajo o a un examen, etc.

Esto es normal, e incluso beneficioso, a unos niveles “normales”. Pero cuando el grado de activación es muy elevado, puede interferir significativamente en el resultado del examen en cuestión como en el rendimiento académico en general.

La ansiedad ante los exámenes consiste en una serie de reacciones emocionales negativas que algunos alumnos experimentan ante los exámenes y que  puede ser: “Anticipatoria” si el sentimiento de malestar se produce a la hora de estudiar o al pensar en qué pasará en el examen o “Situacional” si ésta acontece durante el propio examen.

La ansiedad se manifiesta a tres niveles:
  • El fisiológico ataca a nuestro organismo de la siguiente manera: Al corazón le hace latir más fuerte, a nuestro estómago “le hace un nudo”, nuestro pulso se acelera, tiemblan las manos y los pies...
  • El conductual no le deja parar, nos hace ir de un lado a otro sin parar, nos hace comer más, beber más, fumar más, mordernos las uñas...
  • El cognitivo invadiendo nuestros pensamientos con ideas negativas como “no podré, soy un inútil...” Y estas ideas nos martillean con tanta fuerza que al final nos acabamos rindiendo y admitimos como ciertas. Pero ¿Son ciertas?.

Algunas ideas para reducir la ansiedad antes los exámenes:

Antes del examen:

Prepara adecuadamente las asignaturas antes del examen mediante las técnicas de estudio. Cuando un tema queda bien aprendido, no se olvida fácilmente. Cuando se aproxima el examen, lo único que nos resta es repasar, para afianzarlos más en la memoria. Cuando se ha trabajado convenientemente, se sabe, y el examen no debe producir ningún temor. En síntesis se trata de lo siguiente:
  • Trabajar diariamente y planificar el estudio de una manera personal y realista.
  • Estudiar cada tema utilizando las técnicas de estudio: lectura general, lectura detenida, subrayar, hacer esquemas, memorizar y repasar.
  • Si te sientes nervioso, practica alguna técnica de respiración abdominal, prestando especial atención a tu respiración, intentando que ésta sea cada vez más profunda y pausada.
  • Piensa positivamente. Intenta cambiar los pensamientos negativos en pensamientos racionales. Ejemplos: en vez de decir “Voy a suspender” di “Tengo la habilidad para aprobar, sólo necesito trabajar más”, “Un poco de activación me puede ayudar. Así lo haré lo mejor que pueda”.
  • Dormir suficientemente la noche antes del examen, es aconsejable dormir con normalidad y dejar preparado todo lo necesario para el día siguiente antes de irse a la cama. No hagas un esfuerzo desmedido el día anterior al examen, menos aún la noche anterior a costa de horas de sueño.
  • No ir con el estómago vacío al examen, aconsejable tomar un pequeño aperitivo a base de fruta o vegetales (zumos...). No tomar alimentos con alto contenido en azúcar.
  • Intenta pensar en el examen como una recompensa al esfuerzo y una liberación del esfuerzo que has concluido.

Durante el examen:
  • Piensa en cosas positivas que te ayuden a mantener la concentración durante el examen, como “Esto es sólo un examen”, “Estoy familiarizado con el material”...).
  • Practicar las técnicas de respiración. Tómate un par de minutos de descanso si crees necesario.
  • Leer detenidamente cada pregunta del examen y ten claro lo que se te pide antes de responder.
  • Distribuye el tiempo del examen por pregunta.
  • Contesta primero las preguntas que estás seguro puedes hacer bien (caso de que podáis elegir entre varias preguntas) y decide el orden en el que vas a contestarlas. Empieza con las preguntas más sencillas, lo que te reforzará y hará que afrontes con mayor seguridad las preguntas más difíciles. Puedes hacer un breve esquema con la información que quieres escribir.
  • Si tienes un lapsus o te quedas en blanco, pasa a otra pregunta. No te angusties y si es necesario práctica la respiración abdominal. Recuerda que esta situación dura unos minutos. Si consigues controlar la ansiedad no tardaras en recuperarte
  • Pregunta al profesor aquellas dudas que te surjan durante el examen.
  • Escribe rápido con buena letra, con orden y limpieza.
  • No te apresures si ves que tus compañeros acaban antes, trabaja tranquilamente a tu ritmo.
  • Lee con atención el examen antes de entregarlo. Presta atención a la puntuación y a la ortografía.
  • Piensa en que tras el examen te podrás dar algún capricho.



ÁNIMO


 Carmen Irene Jiménez Bujalance
Psicóloga / Logopeda
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jueves, 16 de octubre de 2014

Trastornos del aprendizaje

     Trastorno de Aprendizaje (TA) es un término genérico que hace referencia a un grupo heterogéneo de entidades que se manifiestan por dificultades en el aprendizaje de las habilidades académicas, particularmente en la lectura, cálculo y expresión escrita. Dichas dificultades interfieren significativamente en el rendimiento escolar, obstaculizando el adecuado progreso del niño/a y la consecución de las metas marcadas en los distintos planes educativos.
     A pesar de que suelen presentarse conjuntamente con alteraciones en el funcionamiento del sistema nervioso central, los TA no son el resultado de un retraso mental asociado, de una deficiencia sensorial o de un trastorno emocional grave. Estos trastornos surgen de alteraciones en los procesos cognoscitivos. Es probable que exista alguna alteración biológica secundaria, sin embargo, lo que los caracteriza es que el déficit se plantea en un área muy concreta (lectura, cálculo, etc.)

     El TA es una condición permanente que interfiere en la vida escolar del niño/a, porque crea una disparidad significativa entre su verdadero potencial y el rendimiento académico.

     Los déficits académicos pueden potenciar la vulnerabilidad del sujeto a manifestar otros problemas en áreas como la social (carencias en las habilidades sociales y de interacción social, relaciones conflictivas con personas significativas), la personal (baja autoestima), y la conductual (agresión, conducta antisocial).

     La prevalencia de estos trastornos arroja cifras dispares según los distintos estudios; no obstante, se estima que entre 5 y el 10% de todos los niños/as en edad escolar, lo que sugiere que entre uno y tres niños/as por aula tienen dificultades de aprendizaje. Además del total de personas con TA, el 80% tienen dificultades en el aprendizaje de la lectura. Estas alteraciones son más frecuentes en niños que en niñas.

Signos de alarma
     Es en la escuela infantil o cuando inicia la educación primaria cuando se empiezan a sospechar estas dificultades. Los padres comienzan a oír frases como «es un poco lento», «necesita mejorar su psicomotricidad», «se despista mucho», «no está bien lateralizado».

Educación infantil (0-6 años)
Lenguaje:
     - Problemas de pronunciación, habla ininteligible.
     - Dificultad para entender órdenes sencillas.
     - Dificultad para entender preguntas.
     - Desarrollo lento en la adquisición de palabras y/o frases.
     - Dificultad para expresar deseos o necesidades a través del lenguaje oral.
     - Dificultad para rimar palabras.
     - Falta de interés en relatos o cuentos.

Motricidad:
     - Torpeza en motricidad gruesa (como correr, saltar).
     - Equilibrio pobre.
     - Torpeza en la manipulación fina (como atarse botones o ponerse los zapatos).
     - Evitación de actividades como dibujar, hacer trazos, etc.

Desarrollo cognitivo:
     - Problemas en memorizar los días de la semana, el alfabeto, etc.
     - Problemas para recordar las actividades rutinarias. 
     - Dificultades en la noción causa-efecto, en contar y secuenciar.
     - Dificultades en conceptos básicos (como tamaño, forma, color).

Atención:
     - Alta distraibilidad, dificultades para permanecer en una tarea.
     - Hiperactividad y/o impulsividad excesiva.

Habilidad social:
     - Problemas de interacción, juega solo.
     - Cambios de humor bruscos.
     - Fácilmente frustrable.
     - Rabietas frecuentes.
     - Repetición constante de ideas, dificultad para cambiar de idea o de actividad.

Educación primaria (6-12 años)
Lenguaje:
     - Dificultad para aprender la correspondencia entre sonido/letra.
     - Errores al leer.
     - Dificultades para recordar palabras básicas.
     - Inhabilidad para contar una historia en una secuencia.

Matemáticas:
     - Problemas para aprender la hora o contar dinero.
     - Confusión de los signos matemáticos.
     - Transposición en la escritura de cifras.
     - Problemas para memorizar conceptos matemáticos.
     - Problemas para entender la posición de los números.
     - Dificultades para recordar los pasos de las operaciones matemáticas.

Motricidad:
     - Torpeza, pobre coordinación motor.
     - Dificultad para copiar en la pizarra.
     - Dificultad para alinear las cifras en una operación matemática.
     - Escritura pobre.

Atención
     - Dificultades para concentrarse en una tarea.
     - Dificultades para terminar un trabajo a tiempo.
     - Inhabilidad para seguir múltiples instrucciones.
     - Descuidado, despreocupado.
     - Rechazo ante los cambios de la rutina o ante conceptos nuevos.

Habilidad social.
    - Dificultad para entender gesto o expresiones faciales.
    - Dificultad para entender situaciones sociales.
    - Tendencia a malinterpretar comportamientos de compañeros o adultos.
    - Aparente falta de “sentido común”.

Educación secundaria (12-18 años)
Lenguaje:
     - Evita leer o escribir.
     - Tendencia a perder información cuando lee un texto.
     - Comprensión lectora pobre, dificultad para entender los temas leídos.
     - Pobreza en las redacciones orales y/o escritas.
     - Dificultad para aprender idiomas extranjeros.

Matemáticas:
     - Dificultades para entender conceptos abstractos.
     - Pobre habilidad para aplicar destrezas matemáticas.

Atención/Organización:
     - Dificultades para organizarse.
     - Problemas en tareas de elección múltiple.
     - Trabajo lento en clase y en exámenes.
     - Pobreza al tomar notas.
     - Pobre capacidad para corregir su trabajo.

Habilidad social:
     - Dificultad para aceptar críticas.
     - Problemas para negociar.
     - Dificultades para entender el punto de vista de otras personas.

Clasificación
     La tipología establecida por el Manual Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-IV) ha sido la siguiente:
Trastornos del aprendizaje:
  • Trastorno de la lectura
  • Trastorno del cálculo
  • Trastorno de la expresión escrita
  • Trastorno del aprendizaje no especificado

También son etiquetados como:
  • Trastorno de la lectura o dislexia.
  • Trastorno del cálculo o discalculia.
  • Trastorno de la expresión escrita o disgrafía.

Tratamiento
     La identificación temprana de la situación y el tratamiento eficaz y continuo ayudan al estudiante a superar esta barrera y a llevar una vida académica y emocional normal. Por ello es importante que se realice un diagnóstico oportuno, el cual será el primer paso para obtener resultados positivos y una clara mejoría en el rendimiento escolar.

     No puede generalizarse sobre la evolución de los TA pues dependerá de la severidad del trastorno, edad a la que se diagnostica y trata, tipo y duración del tratamiento, presencia o ausencia de problemas asociados de otro tipo y soporte escolar y familiar que el niño/a tiene. Si se les proporciona la ayuda adecuada, los niños/as con trastornos del aprendizaje pueden tener éxito en la escuela y en la vida.
   


Mª Concepción Torres Gutiérrez
Psicóloga 
Col: Nº AN-07028


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martes, 24 de junio de 2014

Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

 ¿Qué es el TDAH?
   El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno de origen neurobiológico de carácter crónico. Se caracteriza por tres síntomas clave: el déficit de atención, la hiperactividad motora y/o vocal y la impulsividad tanto cognitiva como conductual, aunque como veremos más adelante no siempre tienen que estar presentes conjuntamente, pues existen distintos subtipos dentro de este trastorno.                                                                                          
   Este trastorno se inicia en la infancia, pero puede continuar en la adolescencia y la edad adulta. Los síntomas que lo definen incrementan el riesgo de enfrentar problemas en el ámbito cognitivo, académico, social, ocupacional y familiar. Como resultado, estos síntomas pueden interferir con el desarrollo de la conducta adaptativa. 

    Actualmente, es el trastorno con mayor incidencia en la población infantil y se considera que entre un 3 y un 7% de la población infantil en edad escolar lo presenta en mayor o menor grado de intensidad. Afecta principalmente a varones (entre 3 y 6 veces más frecuente que en hembras).

Etiología
   Aún no se sabe la causa exacta, pero se sabe que es un trastorno neurobiológico con un alto componente genético (hasta el 80% de los casos presenta un familiar con las mismas características y, en muchos casos, los síntomas permanecen a lo largo de la vida de la persona) y que existe una alteración en el funcionamiento de dos neurotransmisores cerebrales: la noradrenalina y la dopamina, que afectan directamente a las áreas del cerebro responsables del autocontrol y de la inhibición del comportamiento inadecuado. Existen, además, otros factores de riesgo relacionados, como son circunstancias socio-ambientales muy adversas, problemas durante el parto, alteraciones neurológicas y déficits sensoriales, entre otros.  

Diagnóstico
   Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños/as de menos de 6 años, su diagnóstico requiere haber superado esta edad. Además, es frecuente que el TDAH se reconozca en los niños/as cuando comienza la educación primaria, coincidiendo con dificultades en el rendimiento escolar y la presentación de disfunciones sociales.
   La identificación temprana y su tratamiento integral tienen el potencial de disminuir el impacto negativo de esta condición a lo largo del desarrollo.

Características del déficit de atención:
  • No presta atención suficiente a los detalles.
  • Comete errores por descuido.
  • Dificultad en mantener la atención en las tareas.
  • Dificultad para organizar tareas o actividades.
  • Evita tareas que requieren esfuerzo mental.
  • No sigue las instrucciones que se le indican.
  • Parece no escuchar.
  • Es descuidado y olvidadizo.
  • Pierde cosas necesarias para las tareas.
  • Se distrae con estímulos irrelevantes.
  • Tiene dificultad para prestar atención a dos estímulos distintos.
Características de hiperactividad:
  • Mueve en exceso manos y pies.
  • Le cuesta quedarse sentado cuando lo debe hacer.
  • Corre y trepa en situaciones inapropiadas.
  • Le resulta difícil jugar o participar en actividades de forma tranquila.
  • Actúa como si estuviera activado por un motor.
  • Habla en exceso.
  • Mayor intensidad al expresar sus emociones.
  • Va de un lado a otro sin motivo aparente.
  • Le cuesta esperar su turno.
Características de Impulsividad:
  • Actúa sin pensar.
  • Habla en momentos poco oportunos o responde precipitadamente.
  • Interrumpe a los demás y se entromete.
  • Es poco previsor y olvida planificar.
  • Se muestra impaciente.
  • Mal humor e irritabilidad.
  • No sabe perder y se pelea por cualquier cosa.
  • Destroza sus propias cosas y las de otros.
   Los síntomas que evidencian un TDAH pueden presentarse en su totalidad o en parte. El Manual Diagnóstico Estadístico de Enfermedades Mentales DSM-IV-TR, distingue tres subtipos:

Tipos de TDAH
  • TDAH – subtipo combinado: presenta los tres síntomas nucleares (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad).
  • TDAH – subtipo con predominio de déficit de atención: el síntoma nuclear es la inatención.
  • TDAH – subtipo con predominio hiperactivo/impulsivo: en el cual la conducta predominante es la hiperactividad y/o la impulsividad.
Tratamiento
   El tratamiento se realiza en función de las dificultades que presente la persona y de cómo afecte el trastorno a su vida cotidiana. Al iniciarse en la etapa infantil, el tratamiento debe abarcar tanto el ámbito familiar como el educativo. 

Dicho tratamiento incluye cuatro pilares básicos:
  • Psicoeducación y orientación familiar.
  • Tratamiento farmacológico.
  • Tratamiento psicopedagógico.
  • Intervención psicológica.

   


Mª Concepción Torres Gutiérrez
Psicóloga 
Col: Nº AN-07028



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miércoles, 9 de abril de 2014

Autoestima

La autoestima es el sentimiento de aceptación y aprecio hacia uno mismo, que va unido al sentimiento de competencia y valía personal.  El concepto que tenemos de nosotros mismos no es algo heredado, sino aprendido de nuestro alrededor, mediante la valoración que hacemos de nuestro comportamiento y de la asimilación e interiorización de la opinión de los demás respecto a nosotros. 
   La apreciación y la autovaloración de cualidades y aptitudes dan como resultado una imagen de uno mismo positiva o negativa según la autoevaluación que se hace de sí mismo y en comparación a ideales que valora de forma positiva.    
La autoestima influye sobre la persona en: cómo se ve, cómo se siente, cómo piensa, cómo se comporta, cómo se relaciona con los demás, etc. Su importancia radica en que nos impulsa a actuar, a seguir adelante y nos motiva para perseguir nuestros objetivos.

Componentes de la autoestima
En el concepto que tenemos de nosotros mismos (autoconcepto) intervienen varios componentes que están interrelacionados entre sí: la variación de uno, afecta a los otros.

Componte cognitivo: es el componente informativo de la autoestima. Constituye las ideas, opiniones, creencias, percepciones y el procesamiento de la información exterior. Basamos nuestro autoconcepto en experiencias pasadas, creencias y convencimiento sobre nuestra persona.
Componente afectivo: es el componente emocional o sentimental de la autoestima. Se aprende de los padres, de los maestros y de los iguales. Es un juicio de valor sobre nuestras cualidades personales. Implica un sentimiento de lo agradable o desagradable que vemos en nosotros.
Componente conductual: es el componente activo de la autoestima. Incluye el conjunto de habilidades y competencias que posee cada persona al demostrar su actitud al exterior.

Factores que determinan el autoconcepto

La actitud o motivación: es la tendencia a reaccionar frente a una situación tras evaluarla positiva o negativa. Es la causa que impulsa a actuar, por tanto, será importante plantearse los porqués de nuestras acciones, para no dejarnos llevar simplemente por la inercia o la ansiedad.
El esquema corporal: Supone la idea que tenemos de nuestro cuerpo a partir de las sensaciones y estímulos. Esta imagen está muy relacionada e influenciada por las relaciones, las modas, complejos o sentimientos hacia nosotros mismos.
Las aptitudes: Son las capacidades que posee una persona para realizar algo adecuadamente (inteligencia, razonamientos, habilidades, etc.).
Valoración externa: Es la consideración o apreciación que hacen las demás personas sobre nosotros. Son los refuerzos sociales, halagos, contacto físico, expresiones gestuales, reconocimiento social, etc.

TIPOS DE AUTOESTIMA

Autoestima positiva o alta
Está constituida por dos importantes sentimientos: la capacidad (de que se es capaz) y el valor (de que se tiene cualidades). Esta actitud deriva en la confianza, el respeto y el aprecio que la persona se tiene a sí misma.

Características de la persona con alta autoestima:
  • Se siente bien consigo mismo.
  • Tiene una imagen de sí mismo equilibrada, teniendo en cuenta sus limitaciones y capacidades.
  • Sabe qué cosas pueden hacer bien y qué pueden mejorar.
  • Lucha por alcanzar lo que quiere.
  • Se interesa por nuevas tareas.
  • Muestra una respuesta asertiva y empática.
  • Supera sus problemas o dificultades personales.
  • Afianza su personalidad.
  • Mayor equilibrio emocional.
  • Confía en su opinión.
  • Favorece su creatividad.
  • Es más independiente.
  • Tiene más facilidad en las relaciones interpersonales.

Autoestima baja
Una autoestima baja produce sentimientos de inferioridad, insatisfacción y actitudes negativas sobre las aptitudes que uno tiene y falta de confianza en sí mismo.

Características de la persona con baja autoestima:
  • Está insatisfecho consigo mismo.
  • Falta de credibilidad en sí mismo, inseguridad.
  • No valora sus talentos.
  • Atribuye a causas internas las dificultades.
  • Tiene pensamientos negativos hacia su persona.
  • Desciende el rendimiento.
  • No alcanza las metas propuestas.
  • Se siente infeliz, triste.
  • Falta de habilidades sociales para resolver situaciones conflictivas.
  • Adopta una actitud pasiva o agresiva.
  • No se realiza críticas constructivas y positivas.
  • Sentimiento de culpabilidad.
  • No le gusta relacionarse con los demás.
  • Incremento de los temores y del rechazo social, y, por lo tanto, inhibición para participar activamente en las situaciones.

Existe una tercera opción que se conoce como autoestima media o relativa que oscila entre sentirse apto o no, valioso o no. El individuo que presenta una autoestima media se caracteriza por disponer de un grado aceptable de confianza en sí mismo. Sin embargo, la misma puede disminuir de un momento a otro, como producto de la opinión del resto. Es decir, esta clase de personas se presentan seguros frente a los demás aunque internamente no lo son. De esta manera, su actitud oscila entre momentos de alta autoestima (como consecuencia del apoyo externo) y períodos de baja autoestima (producto de alguna crítica). Asimismo, en ocasiones pueden reconocerse casos de autoestima inflada, la cual no debe confundirse con la autoestima alta porque se trata de personas que tienden a realzar de forma exagerada sus cualidades y llegan al extremo de adorarse y creerse superiores al resto.

¿CÓMO MEJORAR LA AUTOESTIMA?
Es necesario conocer cómo funcionamos, es decir, cuáles son nuestras fortalezas, aspectos positivos y cuáles son nuestras limitaciones. A partir de esta valoración, decidiremos qué aspectos deseamos mejorar y cuáles reforzar. El plan de acción para cambiar determinadas características debe ser realista y alcanzable en el tiempo. Es importante tener en cuenta que hay características que tendremos que aceptar y con las que convivir, intentando sacar partido y ver su aspecto positivo.

Fundamentos para construir una buena autoestima

EVITA
FOMENTA
No autorreflexión
Culpa
Autocomplacencia
Crítica destructiva
Egocentrismo
Pensamiento irreal
Introversión
Reflexión consciente
Responsabilidad
Capacidad crítica
Crítica constructiva
Empatía y Solidaridad
Pensamiento realista
Extroversión

Claves para ganar autoestima
  1. No idealizar a los demás.
  2. Evaluar las cualidades y defectos.
  3. No centrarse únicamente en los defectos.
  4. Cambiar lo que no guste.
  5. Controlar los pensamientos negativos.
  6. Dejar de infravalorarse y de compararse con los demás.
  7. Aprender a decir “no”.
  8. Fiarse del propio criterio.
  9. Tomar las riendas de la propia vida.
  10. Afrontar los problemas sin demora.
  11. Aprender de los errores.
  12. Mimarse y dedicar tiempo a su persona.
  13. Darse permisos.
  14. Practicar nuevos comportamientos.
  15. No exigirse demasiado.
  16. Dejar que los demás ayuden.
  17. Tomar conciencia de las necesidades.
  18. Hablarse mirándose al espejo.
  19. Sonreír a la vida y a los demás.
  20. Aceptar el propio cuerpo.
  21. Cuidar la salud.
  22. Disfrutar del presente.
  23. Ser independientes.
  24. Fomentar los contactos humanos.

Tratamiento psicológico

Con el tratamiento en autoestima el sujeto aprenderá a manejar los pensamientos, emociones y sensaciones que le hacen verse de manera negativa y le producen sufrimiento en su día a día.
En la mayoría de los casos, esta terapia se combina con el entrenamiento en habilidades sociales que ayudan al paciente a eliminar algunos déficits que pueden encontrarse en la base de su baja autoestima.
     En algunas ocasiones, la baja autoestima actúa interaccionado con otros factores, facilitando el desarrollo de una patología específica (ansiedad, depresión, fobias, etc.). En este caso, además de la baja autoestima habrá que tratar el problema psicopatológico.     


Mª Concepción Torres Gutiérrez
Psicóloga 
Col: Nº AN-07028


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